Opositores y aliados esperan proyecto austero y debate
La reciente noticia ha calmado un poco las ansias que crecen en el Congreso y en las provincias. El 15 de septiembre se anunció como la fecha límite para la presentación del Presupuesto 2026. En ese día, Javier Milei hará una cadena nacional para detallar cómo será la economía del país el próximo año y presentará oficialmente la propuesta al Poder Legislativo. Este es el comienzo de un debate muy importante, ya que Argentina no cuenta con un presupuesto desde 2023.
Desde la Casa Rosada, adelantaron que el documento va a confirmar el rumbo fiscal del Gobierno, aunque en un informe preliminar se proyectó un leve aumento en la presión tributaria (del 22,23% al 22,74%). Esto incluye incrementos en la recaudación del IVA (18,7%) y de Ganancias (23,2%), aunque los aportes de Bienes Personales disminuirían un 13%. Además, el análisis gubernamental reconoce que muchos vencimientos que deberían haberse pagado este año por el sector privado se extenderán hasta 2026. Mientras tanto, en el mercado se mencionan negociaciones futuras con el FMI tras las elecciones de octubre.
Sin embargo, hay un aire de incertidumbre respecto a las proyecciones que el Gobierno va a presentar. No se han enviado al Congreso las últimas dos iniciativas mencionadas por el Presidente: una sobre sanciones a quien proponga medidas que afecten el déficit fiscal y otra que afecte a los ahorristas en moneda extranjera. La oposición, incluso los más críticos, espera que el oficialismo muestre una genuina voluntad de discutir y aceptar sugerencias. Esta discusión puede determinar si 2026 será un año más de debates sobre el déficit en áreas que la Casa Rosada maneja de forma muy específica.
El pasado año, Javier Milei presentó el presupuesto en una ceremonia inusual en la Cámara de Diputados. Desde entonces, el debate se prolongó y, en una presentación no oficial, José Luis Espert anunció que se operaría sin ley durante todo el año, a pesar de haber aprobado un período de sesiones extraordinarias. Esto llevó a algunos opositores a sugerir, sin consenso claro, que Espert debería ser reemplazado en su rol de presidente de la comisión de Presupuesto y Hacienda por alguien con mayor disposición al acuerdo.
El ambiente dentro del peronismo es de pesimismo. “Esperamos un presupuesto condicionado a deuda y desconectado de la realidad de la gente. Sin obra pública ni financiamiento a la educación”, expresó el salteño Emiliano Estrada. Ricardo Herrera, de La Rioja, también admitió su escepticismo: “El Presidente ya definió un rumbo y no está dispuesto a ceder. Para provincias como la nuestra, donde no se ha respetado el acuerdo de coparticipación desde 1987 hasta ahora, la esperanza es escasa”.
Por otro lado, algunos aliados del Gobierno destacan la importancia de recuperar un presupuesto en funciones. Martín Arjol, de Misiones y parte del bloque radical libertario, manifestó: “La expectativa es, después de dos años sin, por fin poder contar con un presupuesto y volver a la normalidad”. Este proyecto permitiría alcanzar “el equilibrio fiscal y evitar discusiones posteriores sobre temas presupuestarios, como el de las universidades”.
El pampeano Martín Maquieyra (PRO) también expresó su esperanza de un presupuesto basado en el plan económico del Gobierno, buscando equilibrio fiscal y superávit. A su vez, proyectó un aumento en ingresos por energía e hidrocarburos, además de un crecimiento en la siembra debido a la reducción de retenciones. A partir de esto, se propone atender las necesidades provinciales que requieren acuerdo.
Un actual aliado del Gobierno resumió su impresión de forma más crítica: “Seguro va a ser amarrete. Con el despelote que tiene el Gobierno, es difícil saber. Al menos, habrá continuidad fiscal”. También se espera la opinión del bonaerense Martín Tetaz (UCR), quien espera un presupuesto que asegure el equilibrio y proponga medidas para recuperar ingresos en áreas prioritarias, como educación, y restituir a los jubilados la inflación que les corresponde.